viernes, 15 de abril de 2016

incontables

tengo una cicatriz en la barbilla
y tantas en el corazón
que las he declarado incontables.

la mayoría son por tu culpa,
lanzabas balas que mi corazón interceptaba al instante
pensando que eran besos.

eramos una pareja consumida por la rabia,
con unos sentimientos tan fríos
como el último abrazo que nos dimos.

yo solo quise evitar la hostia
pero ahora dueles más.
mis amigos me piden que te olvide,
voy a intentarlo.

una vez leí por ahí,
que si escribes en un papel todo lo que te duele 
y después lo rompes,
el dolor se disipa un poco,
como el gas de la bebida que lleva 3 días en el frigorífico 
esperando a ser gastada.

yo escribí tu nombre,
con letras mayúsculas y en fosforito,
lo rompí.
qué cabrones, me habían mentido.

el dolor seguía tan presente
como cuando dicen que te muerdas la lengua
para espantar a la avispa.

pues no,
esta vez la avispa seguía ahí
y había clavado bien su aguijón.

yo solo quería cortarnos las alas
antes de convertirnos en Grecia
pero tú te empeñabas 
en que podríamos ser reconstruidos como Pompeya.

conseguimos salvarnos del naufragio
provocado por nuestras lágrimas.
pero como a todo cerdo,
te llegó tu San Martín.

te corté las alas 
sin darte tiempo a llegar al suelo,
ahora sabes como me sentía 
cuando te decía que eramos Grecia.

construimos nuestra lápida
y en el epitafio decía:
ella le cortó las alas que más tarde,
él reconstruyó con otra.
ella fue Grecia,
se quedó en ruinas,
fue devastada,
tuvo la oportunidad de resurgir,
murió siendo Grecia.

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